Red de Donante de Sangre

Dificultades que obran para bien

“No hay mal que por bien no venga”, dice el dicho popular. Los ejemplos abundan, pero hay ocasiones en que las dificultades por las que pasa una persona son una semilla que produce fruto para un número mayor de individuos.

Madres de pequeños con necesidades especiales, pacientes que viven con una condición médica o familias marcadas por un evento trágico… Detrás de varias iniciativas y entidades sin fines de lucro están las historias de sus fundadores, que tras alguna experiencia retadora -incluso traumática o dolorosa- deciden ayudar a quienes atraviesan por situaciones similares.

Lorenny Solano, fundadora de la Red de Donantes de Sangre (RED), y Francina Hungría, presidente de la fundación que lleva su nombre, cuentan cómo pruebas de vida las impulsaron a crear estas iniciativas, que tienen distinta naturaleza pero que surgen motivadas por la empatía y el compromiso social.

LORENNY SOLANO: “MI PERCEPCIÓN DE LAS PRIORIDADES CAMBIÓ”

Como comunicadora social, a Lorenny Solano le había tocado en más de una ocasión intervenir en favor de personas que necesitaban donaciones de sangre.

“Por alguna razón”, recuerda, “yo siempre daba seguimiento a esos casos, mucho más cuando se trataba de niños”.

Incluso llegó a forjar amistad con una exdirectora de Comunicaciones de la Cruz Roja, a quien llamaba personalmente cada vez que le llegaba un caso al medio en el que laboraba.

A mediados del 2017 la necesidad surgió en su propia familia. El padre de la también productora de televisión sufrió una septicemia y los médicos le daban pocas probabilidades de sobrevivir.

“La situación se agravó cuando me solicitaron unas pintas de sangre para el proceso quirúrgico”, dice Solano.

Entonces, comenzó la búsqueda de donantes. La familia corrió la voz y Solano publicó la solicitud en sus redes sociales. En cuestión de minutos la solidaridad se manifestó en forma de mensajes y llamadas. Las personas dispuestas a donar eran, incluso, más de las que necesitaba.

“Si en el banco de sangre no hubiera existido la disponibilidad de la sangre que requería mi padre, muy probablemente habría muerto en ese proceso”, expresa Solano, cuya percepción de las prioridades cambió “drásticamente” ante esta situación.

Cuando su padre se vio en su momento más crítico (debían extirparle parte del colon y ella tuvo que firmar un documento de descargo autorizando la cirugía), Solano oró poniéndolo en manos de Dios.

Además, hizo una promesa: si la voluntad divina era dejarle a su progenitor unos años más, ella trabajaría toda su vida para ayudar a las personas a no tener que pasar por la penosa necesidad de salir a buscar sangre en medio de una emergencia.

Su padre sobrevivió el trance y cuatro años después, en julio del 2021, la comunicadora lanzó la Red de Donantes de Sangre (RED).

La plataforma (red.org.do), presentada en un acto al que asistieron el presidente Luis Abinader y autoridades del sector salud, busca crear una cultura de donación de sangre a través de incentivos a sus miembros activos, que las donaciones sean reguladas y organizadas a través de citas, y que la sangre sea considerada un bien público 100 % cubierto por la Seguridad Social.

Lo vivido con su padre marca una diferencia en la labor que realiza Solano desde la RED, que forma parte de las iniciativas de la Fundación Laso, que ella preside: “Antes de sentir en carne propia la ansiedad, angustia, desesperación e impotencia, solo veía el tema como algo ‘importante’; sin embargo, este tema trasciende lo importante y se convierte en urgente cuando diariamente hay personas muriendo en salas de hospitales y clínicas del país porque no recibieron una transfusión a tiempo”.

“Mi papá está vivo por un milagro de Dios al enviar a esos donantes que desde ese momento se convirtieron en ángeles para mí. Por eso nuestro lema de que donar es un acto de amor. Y literalmente al donar sangre estamos donando vida”, agrega.

FRANCINA HUNGRÍA: “TODO POR CUANTO PASÉ TUVO UNA RAZÓN DE SER”

Temprano en la vida Francina Hungría comprendió la importancia de aportar para tener una sociedad inclusiva. En su infancia y juventud fue voluntaria en distintas instituciones motivada por su madrina, Minerva Núñez, quien dirige un hogar destinado al cuidado y atención de personas con discapacidad intelectual.

“Admiraba su entrega y dedicación”, dice. “Me causaba tanto orgullo el ver cómo siempre estaba tratando de buscar nuevas maneras de propiciar la inclusión de este grupo poblacional”.

Más tarde, cuando inició sus primeros proyectos como ingeniera, veía con preocupación la situación de los trabajadores de la construcción y comenzó a pensar en un proyecto para que estos pudieran tener mejor calidad de vida.

El destino le tenía planes muy diferentes.

En noviembre del 2012, Hungría fue herida de bala en la cara por delincuentes que la despojaron de su vehículo mientras huían tras cometer un atraco. A raíz del incidente, que tuvo gran cobertura mediática, perdió la visión.

El proceso de recuperación no solo sacó a la luz su capacidad de resiliencia, sino también su compromiso social.

“Cuando perdí la vista tuve que hacer un doble esfuerzo: por un lado, reaprender cómo hacer las tareas cotidianas; por el otro, luchar con la estigmatización de que para mí todo había terminado”, comenta.

En Estados Unidos, donde recibió tratamiento médico, conoció LightHouse, institución que ayuda a personas con ceguera y baja visión en el proceso de adaptación. Allí desarrolló nuevas habilidades que la ayudaron a ser autosuficiente y comprendió la trascendencia que tenía la formación técnico profesional para el desarrollo de todas las personas, pero sobre todo para la autonomía de una persona con discapacidad.

Al retornar a República Dominicana, entendió que era su deber compartir las herramientas y destrezas que había aprendido. De ahí que, en el 2013, creara la Fundación Francina Hungría (fundacionfrancina.org) para apoyar a personas con discapacidad visual.

“Al carecer del sentido de la vista, puedo comprender los desafíos que tiene una persona con discapacidad visual, entender sus necesidades y tal vez servir de motivación para aquellos que necesitan de un impulso adicional”, señala.

Pero ¿por qué crear una organización en lugar de sumarse a alguna de las existentes? “Queríamos dar un abordaje distinto a la manera como en ese momento se trabajaban los temas asociados a la discapacidad visual, aportando un enfoque vinculado a la eliminación de las barreras actitudinales y estructurales del entorno, que representan el mayor obstáculo para que una persona con discapacidad adquiera su autonomía y pueda desarrollarse de manera plena”, explica Hungría.

En la actualidad, la organización sin fines de lucro ejecuta el proyecto FOCO, mediante el cual se dará impulso a la formación técnico-profesional inclusiva, con la adaptación de al menos diez formaciones de las impartidas por el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep) a formatos accesibles.

La iniciativa, financiada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y que implementan junto a la Red Iberoamericana de Entidades de Personas con Discapacidad y la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica, beneficiará a más de 754,000 personas mayores de 15 años que viven con discapacidad en República Dominicana, potencializando sus oportunidades de inclusión en el mercado laboral y su autonomía.

La fundación también desarrolla un Aula de Recursos Educativos que permitirá a los estudiantes disponer de herramientas didácticas y materiales en formatos accesibles, garantizando su acceso sin barreras a recursos académicos imprescindibles para su formación.

Nueve años después de su prueba más dura, Hungría puede decir que todo obró para bien: “La fundación me hace sentir que todo por cuanto pasé tuvo una razón de ser, que valió la pena”.

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